Por Carlos Lionel Traboulsi*
El federalismo no se declama es una forma de vida, no de relato político para encubrir enfrentamientos entre sectores de poder a fin de construir posicionamientos de ventaja de unos frente a otros.
Se puede ser porteño y auténticamente federal, y ser del interior del país y profundamente unitario.
Lo primero a tener en cuenta es la transparencia y el compromiso de pensamiento en el accionar. Esto es lo más difícil, y lo que termina echando por tierra cualquiera buena intención declamada, ya que en el fondo, solo son argucias políticas para usufrutuar la grieta en la sociedad, y lo que, en definitiva, permite mantener resguardada la cuota de poder. Como se dice comúnmente la “quintita propia”.
Vemos como hoy están en juego los subsidios al transporte en la CABA, tratando el Gobierno Nacional de sacarse de encima una brasa muy caliente producto de las imposiciones establecidas por el FMI para arribar a un acuerdo, donde en realidad, por haber perdido incomprensiblemente dos años para ello, termina siendo un contrato de adhesión, quedando como siempre en el relato kirchnerista los logros en beneficio del crecimiento económico y del bienestar del Pueblo.
Esta necesidad de quitar subsidios, traerá consecuencias políticas al Ejecutivo Nacional quien maneja las tarifas del transporte público de la Ciudad y del conurbano. Como no quieren asumir ese costo, intentan traspasar la competencia del transporte a la Ciudad para que asuma el costo político, pero agravándolo aún más, intentando hacer una nueva confrontación falsa federal, colocando a la Ciudad como la que se ve beneficiada en perjuicio de nuestros hermanos del interior. “El interior subsidia a la Ciudad y no lo podemos permitir”, este es el mensaje.
Lo cierto es que en el medio como siempre, están las personas. Están los cientos de miles de trabajadores que a diario deben usar el transporte público para ganarse el pan. Recordemos que diariamente entran más de un millón cuatrocientos mil personas provenientes de la PBA a la Ciudad para trabajar. Si no hay un acuerdo de tarifas entre Ciudad y PBA, esas personas pagarán un importe de pasaje cuando ingresan a la metrópolis y otro muchísimo más caro cuando regresan a sus hogares. En definitiva quienes son los perjudicados? Es necesario llevar adelante un diálogo y buscar un acuerdo entre Nación, PBA y CABA priorizando el beneficio de las personas en general dejando de lado los intereses políticos sectoriales.
La autonomía de la Ciudad no puede ser una herramienta usada por el Ejecutivo nacional para confrontar políticamente con un partido que está en la oposición, sino que siempre debemos tener en cuenta el beneficio de las personas.
En el caso concreto de la autonomía porteña, que va de la mano del auténtico federalismo, es imprescindible que las competencias de la Ciudad sean completas, no solo en lo que a “gastos” se refiere, sino también en lo que a “generación de recursos” compete.
En este sentido entre otras competencias hay que darle a la Ciudad la Inspección General de Justicia (IGJ), como tienen las otras provincias; incorporarla a la empresa “Hidrovía Federal Sociedad del Estado” (que llamativamente se la dejo afuera) y proceder a la devolución del Puerto de la Ciudad de Buenos Aires, a fin de ser parte de una nueva visión estratégica Argentina donde el mar sea el cambio, entre otras cajas nacionales, que quedaron al uso discrecional de Balcarce 50.
Recordemos por ejemplo, que el Puerto de Buenos Aires es el único puerto federal, mientras el resto de los puertos de la Argentina han sido descentralizados a las provincias y municipios.
El federalismo es darle a cada uno lo suyo, sin inmiscuirse ni apropiarse de sus recursos y potencialidades, permitiendo el desarrollo genuino de cada provincia, región y sus habitantes; tener armonía como las cuerdas de la guitarra, cada una con su particularidad pero juntas son un instrumento capaz de hacer una música maravillosa. El federalismo también se sustenta en la solidaridad. Contribuir las provincias y regiones más ricas con las que menos tienen, para ayudarlas a llevar adelante un desarrollo genuino y que acompañen al conjunto de la nación en el crecimiento. Ser federal es pensar en todos como integrantes de una misma familia, ya que más familia, es menos violencia y más futuro.
No seremos jamás federales si seguimos confrontando desde la necedad política; si continuamos manteniendo un sistema de coparticipación donde el Estado se apropia de los recursos provinciales y donde la presión tributaria obliga al ciudadano que produce tener un “socio bobo” que lo lleva a la quiebra.
La discusión de los subsidios al transporte en CABA es la punta del iceberg. Los argentinos debemos darnos esta profunda discusión: “Queremos ser un país auténticamente federal, o bajo la hermosa música del federalismo mantener un sistema de poder “unitario” que cambia de manos según el partido político al que le toca gobernar en turno”.
*Secretario Relaciones Internacionales Partido Demócrata Cristiano; Autor e impulsor del Modelo de Desarrollo Argentina Azul.