Por Carlos Lionel Traboulsi*
Alberto Fernández con una comitiva numerosa e innecesaria en estos momentos de vacas flacas que padece la Argentina, visitó a Bladimir Putín, líder “autoritario neo capitalista” (ex comunista), llevando un floreo de elogios inadecuados, incluso con propuestas de que nuestro país haga las veces de puerta de entrada de Rusia a América Latina (desconociendo si es la principal o la de servidumbre); mientras adláteres que no pudieron subirse al avión de veraneo, escenificaban actos de cortesía con la diplomacia americana. Un juego a dos puntas que nos tiene acostumbrado este gobierno, y que a las claras demuestra la ineficiencia y el alejamiento día tras día del mundo occidental y capitalista al que la mayoría de los ciudadanos queremos pertenecer.
Siguiendo el viaje turístico y recreativo, ya que gran parte de las reuniones oficiales se hicieron vía zoom lo que podría haberse hecho desde nuestro país evitando gastos innecesarios cuando hay niños que se mueren de hambre en nuestro territorio, el presidente Fernández terminada la entrevista con su par Xi Jinping anunció que China invertirá U$S 23.000 millones para obras de infraestructuras resolviendo de esa manera el ingreso de Argentina a la Franja y la Ruta de la Seda.
Este es un proyecto de expansión comercial, económico y político del Gigante Asiático en su permanente lucha de obtener la supremacía mundial intentando desplazar a los Estados Unidos.
“Si Ud. fuera argentino, le refirió Fernández al líder chino: Sería Peronista”.
No cabe dudas que con ello le refirió que la visión estratégica de poder y cooptación de voluntades casi quirúrgica que tiene XI, es precisamente como se ha manejado en el poder el peronismo a lo largo de las décadas que manejaron la Argentina.
Esta afirmación, que pareció graciosa, frente a la ausencia de proyecto de desarrollo nacional, por lo menos conocido, es gravísima, ya que es la sumisión al poder chino generando un desbalance geopolítico claro, donde la Argentina quedará como el jamón del medio, permitiendo eso sí, la terminación de un gobierno con menos sobresaltos, con caja para hacer política, pero hipotecando la vida y los recursos de los argentinos. Una hipotética, pero posible disputa por la hegemonía mundial Estadounidense – china puede darse en territorio argentino y ello nos lleva también, a un retroceso en nuestro irrenunciable reclamo constitucional de soberanía plena en el Atlántico sur y en nuestra Islas Malvinas viéndose favorecido el Reino Unido como socio estratégico del Imperio del Norte y de los chinos en la depredación pesquera.
La argentina tiene una plataforma continental, un mar y un circuito venoso fluvial de extraordinarias dimensiones con recursos inmensos que permitirían con un desarrollo serio y audaz generar un PBI similar al que tenemos hoy con varios millones de puestos de trabajo.
Debemos dejar de dar la espalda al mar y generar desde allí el crecimiento argentino, para eso es necesario colocar en la agenda pública este tema y concientizar sobre el particular, desterrando las aventuras meramente coyunturales con miopes alcances políticos electorales.
Hay que terminar definitivamente con los posicionamientos ideológicos y entender la imperiosa necesidad de pensar, planificar, coordinar y gestionar con coraje la construcción de un destino de bienestar para todo nuestro pueblo desde una nueva visión estratégica donde el Mar tenga un papel protagónico en la matriz industrial y productiva.
Todos los protocolos firmados desde energía nuclear y agricultura, hasta el desarrollo espacial son parte del proyecto chino y de la ausencia de horizonte e improvisación argentina.
La construcción de un bloque con China, Rusia, Cuba, Nicaragua y Venezuela es ideológicamente dentro de la coalición de gobierno más fuertes que las relaciones con nuestros hermanos latinoamericanos y en particular con los Estados Unidos. Las flotas chinas y asiáticas fundamentalmente depredan nuestras riquezas marítimas, van por el control del canal troncal Paraná Paraguay por donde pasan más del 75% de nuestras exportaciones (ruta de la seda); buscan hegemonizar las comunicaciones y el control de las personas a partir del 5G; ya están instalados en nuestra Patagonia y nos están colonizando con el control de la salud pública frente a la pandemia con la menos eficaz de las vacunas contra el COVID, la Sinopharm; traen mano de obra china en reemplazo de la nacional, consolidan fondos permanentes en Yen en nuestras reservas que nos condicionan. No debemos entregar nuestras riquezas y futuro a nadie menos a un único bloque político. Debemos llevar adelante una política internacional de multilateralidad y comercio abierto en resguardo de nuestros intereses.
Los argentinos nos debemos un plan de desarrollo propio, que supere la grieta. En la década del 70 decíamos ni yanquis ni marxistas, peronistas. Hoy ante la miopía ideologizada de cierta parte de la dirigencia vernácula que sigue con el romanticismo de la revolución bolchevique vemos que China y Rusia integrando el FMI y siendo actores principales en el comercio e intercambio capitalista en el mundo dejaron de ser comunistas manteniendo eso sí, regímenes autoritarios por ende antidemocráticos, y la verdadera dicotomía entonces hoy está ni yanquis ni chinos: argentinos, defensores de la democracia, los derechos humanos y de nuestra planificación de crecimiento a partir de nuestros intereses, conocimiento y recursos naturales.
*abogado; diplomado en Relaciones Internacionales; Secretario Relaciones Internacionales Democracia Cristiana Argentina; autor e impulsor Proyecto Argentina Azul.